1995.
Desde ese año, tres amigos se reúnen cada cierto tiempo (con una periodicidad aproximada de un mes) para cenar y hablar de política y economía. Los tres son economistas, y me siento afortunado de ser uno de ellos ya que son, con diferencia, las reuniones que más ideas interesantes me han reportado en mis años de vida desde el punto de vista profesional.
Hace ya años, uno de los tres, El Compadre, lanzó una idea sobre la organización administrativa de Tenerife. Dijo en aquella ocasión que los Guanches, antiguos pobladores de estas islas, tenían más lógica administrativa que los castellanos, pues habían dividido Tenerife en diez Menceyatos, alegando que esa división era más coherente que los 31 municipios que actualmente existen en la isla.
Aunque no resulta fácil ponernos de acuerdo a los tres, en esta ocasión los otros dos (Carlos Díaz y quien suscribe) no pudimos estar más de acuerdo. No tiene lógica la atomización administrativa de la isla, si la observamos de la óptica de la eficiencia y eficacia tanto en los servicios como en los costes para el ciudadano.
El mensaje en el móvil del firmante del presente artículo no se hizo esperar:
"Cuidado con lo que hablamos delante de los camareros: Zerolo tiene escuchas en todas partes" fue la simpática interpretación del hecho acontecido.
Pero en realidad, la cosa sería graciosa si no fuera cierta. Durante años hemos asistido al espectáculo de impune despilfarro público que pueblan nuestras Administraciones, especialmente las locales y autonómicas, donde esos conceptos tan importantes, y recogidos en el espíritu de la Función Pública, Eficacia y Eficiencia, son sistemáticamente obviados.
Soplan vientos de austeridad en Europa, y Zerolo, oportunista como nadie, se sube al carro antes que ningún otro edil de esta sufrida isla. Bien por él, y bien por nosotros, si se traduce en políticas de raciocinio en el gasto y actuaciones municipales tendentes a ello.
Quizá sea el momento de recordarle que tendría que haber predicado con el ejemplo durante todos estos años, y comenzando por su propio Ayuntamiento. Y especialmente si pensamos en su obsesión por acogerse a la Ley de Grandes Ciudades, creando esos Tagorores que no son sino focos de gasto que no agilizan la acción municipal. Lejos de ello, suponen un gasto extra en las ya mermadas arcas públicas de Santa Cruz, que no se puede permitir el distraer ni un solo euro para lograr el deseado equilibrio de las cuentas del Ayuntamiento.
En cualquier caso, valga la presente como introducción a este foro de ideas que, quién sabe, en el futuro es posible que puedan ser útiles para Zerolo, o para cualquier otro edil de Canarias (o incluso del extranjero), ideas que aquí se vertirán sin más interés que el que debería tener cualquier servidor público: trabajar para el pueblo.
Enhorabuena al Compadre. Su razonamiento ha tenido eco en la prensa. Mañana más.
Javi Marrero
Enorauena por el feliz alumbramiento... el club bidelberg no tiene nada que envidiarles.
ResponderEliminarUn saludo
Están loquitos por entrar.
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